Yo habría
suspendido el partido, sin más… para justificar y rentabilizar, acaso, la
ingente y urgente movilización a la inversión en silbatos… “¿no quieres caldo?, pues toma dos tazas”…
Y conste que, SEGURO, hace tiempo
ya habría prescindido en España de la monarquía (aditivos y derivados), y
décadas también que, ¡¡bendita sea vuestra puñetera independencia!!, os habría
concedido el beneficio de la misma; ¡¡a disfrutarla, caray!!, ¡¡y dejadnos en paz de una vez
con tanta soberbia, tanta indecencia, y tanto complejo enquistado!!...
que “no está hecha la miel para la boca
del asno”.
Y es que, cansada ya de comportamientos
neandertales, despropósitos y actitudes aberrantes que incitan al rodar de
cabezas y al correr de la sangre, al vandalismo, el alboroto, la intolerancia y
la barbarie, anhelo el día en que (¡¡alabado
sea el cielo!!), los independentistas catalanes,
vascos, etc., etc., etc., se emborrachen por fin de
independencia, y embebidos hasta el alba, con los pelos como escarpias
al son de sus particulares himnos, extasiados ante el rítmico ondear de sus
banderas, se
regocijen sin odios ni rencores en ésos sus propios eventos y celebraciones,
ligas deportivas y demás exhibiciones.
Anhelo el
día en que la libertad no se confunda con el libertinaje, ni se mezclen
escenarios tan dispares como los que habrían de servir de soporte a política y
deporte. Ese día en que la defensa de una
idea o ideal se proyecte más allá de la ponzoña, de la falta de respeto, la
intolerancia, y el primitivo proceder de la caverna.
Libertad de expresión.
Bajo tan noble concepto se amparan, con la tan
pobre y patética ¿expresión? de la manada descontrolada, de la jauría incapaz
de articular palabras… sólo pitos, sólo insultos, sólo gritos.
Libertad de
expresión que sin embargo vulnera el derecho de aquellos (¡¡y son muchos!!) que
SÍ QUIEREN ESCUCHAR EL HIMNO DE ESPAÑA, o que pretenden asistir, SÓLO, a un
evento deportivo.
Se trate de la copa del Rey (de
España), o se trate de la liga (española), se trata de la incoherencia y el
cinismo de los que parecen no tener las cosas claras, y/o de los que al
parecer tienen demasiada cara.
Porque no
se puede renegar de España, de su monarca y demás instituciones, y querer sin
embargo el título de campeón de la copa (DEL REY), o de la liga ESPAÑOLA,
y que la celebración del encuentro se ajuste a nuestras preferencias personales
y particulares reivindicaciones.
Cada cosa en su sitio, a su “tempo”… y un sitio para cada
cosa, en su preciso momento…
Irracional y sectario me
parecen términos suaves para tratar de describir lo que acontece en España a
tenor de los “nacionalismos”. Porque en verdad que ni el agua bendita levantó tantas ampollas en la niña
del exorcista, como lo hacen el himno y la bandera en toda esta tropa de
intolerantes extremistas. ¿Tanto duele?
¿Tanto como para perder papeles y
educación; tanto como para ofrecer tan bochornosa imagen?.
Vergüenza ajena siento, la verdad.
Porque manifestaciones como estas nos deslucen más
allá de cualquier frontera; y sobre todo, más allá de la propia frontera, la
personal, la del “yo” y la íntima inteligencia.
¡¡Valiente
ejemplo, valiente legado y reputación nos estamos granjeando!!.
Enseñamos a nuestros pequeños a
“expresarse” con pitos, voces y gritos; con odio y veneno. Enseñamos la
táctica del amotinamiento y la confusión/ofuscación del “revienta fiestas”
trasnochado, del que está por estar, como un becerro más; enseñamos la ausencia de diálogo y
el don de la inoportunidad; enseñamos, desde el deporte, por el deporte, y para
el deporte, lo más patético del comportamiento antideportivo e intolerante; del
sentimiento huraño, arcaico, obtuso y cerrado; patán, paleto, grosero y pueril…
Enseñamos a nuestros pequeños un
rostro muy poco global, competitivo, atractivo e internacional… una faz y actitud
demasiado obsoleta para los tiempos que corren,
¡¡vaya!!, y desde la que se me antoja harto difícil progresar, triunfar,
avanzar… ser referencia y no rémora
resentida que se retuerce y mortifica víctima de su propio y absurdo veneno.
P.D. – De las
sonrisitas triunfalistas y socarronas de esos pobrecitos que
aún hoy no saben distinguir entre proa y popa, no voy a hablar…
el tiempo, por fortuna, acabará por colocar a cada uno en su lugar… y que luego
no llamen, “toc, toc… ¡¡ay, ay!!, a papá y a mamá”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario