El día 21 de marzo estrenamos primavera en el hemisferio norte, y otoño en
el sur. Y si algo se aprecia en ambas estaciones, es la “explosión” de
color que imprimen en los prados, en los bosques y en los montes. Colores y olores intensos
que acercan recuerdos, momentos… y que como por arte de magia, arrancan sonrisas,
avivan emociones y sentimientos que anidan en lo recóndito del alma. Rojos,
verdes, blancos, amarillos y morados… ocres, marrones, tostados, rojizos y
dorados…
En
1971, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO), decidió festejar y rendir homenaje a los bosques por sus tan notables y loables beneficios para y por la vida, estableciendo el Día Forestal Mundial,
y fijando como fecha simbólica para ello, ese día 21 de marzo, en el
que los bosques de todo el planeta se visten de bellos colores y la vista
alegran.
El
continente
europeo, se caracteriza (o solía hacerlo), por ser una zona boscosa,
sobre todo en las regiones centrales, con un 28,7%
de su superficie cubierta por bosques y montes; y aún hoy, las regiones
montañosas de mediana altura, destacan por la notable
extensión, frondosidad y espesura de los mismos.
La vegetación cumple un papel fundamental como regulador climático |
La
relación entre hombre y bosque se remonta a la antigüedad,
tiempos remotos en los que el bosque ofrecía no sólo alimento y combustible,
sino también refugio idóneo para protegerse de cualquier enemigo.
El aumento progresivo de la población, y la revolución de
la ciencia y de la técnica, han actuado en detrimento de la cantidad y calidad
de las zonas boscosas,
y han colocado al hombre en una difícil situación.
España cuenta con importantes reservas de bosque atlántico |
Por un lado somos
conscientes de que no podemos seguir explotando sus
riquezas a “ritmo endiablado”, sin medida ni control, sin ocuparnos, en
definitiva y también, de su necesario cuidado y conservación… y por
otro, somos esos “depredadores” sin escrúpulos, que sólo entienden el lenguaje del dinero a
cualquier precio.
Los bosques cumplen funciones
de extraordinaria importancia, y destacan, entre otras cosas, por su capacidad reguladora y de equilibrio del balance hídrico
de la naturaleza. La capa del humus del suelo,
al descomponerse, permite que el agua de las
precipitaciones fluya con lentitud, se filtre hasta zonas profundas, y
constituya reservas fundamentales para hacer frente a épocas de sequía.
Las raíces de los árboles, arbustos y plantas, protegen contra
la erosión del terreno, las copas de los árboles actúan a su vez contra el
excesivo calentamiento diurno, e impiden el rápido enfriamiento del bosque
durante la noche.
Árboles
y arbustos se alzan como barreras naturales contra el viento, reduciendo su velocidad, y ofreciendo así
protección, cobijo.
Los bosques, las comunidades de plantas y animales, actúan en
simbiosis y en total equilibrio, siendo importantes productores de oxígeno, y
filtrando y purificando el aire con una eficacia extraordinaria.
La
comunidad boscosa es más estable y duradera cuanto
mayor es el número de especies en su haber. La riqueza de éstas, sin
embargo, toca su fin cuando el hombre interviene, bien deforestando, bien repoblando extensas
zonas con ejemplares para la explotación maderera, en lugar de hacerlo
respetando y fomentando la diversidad, así como el carácter autóctono y
características propias de la zona en cuestión.
Los bosque son y han sido los pulmones del
planeta, sin ellos, al igual que sin agua, la vida no sería posible… ¿es
posible, entonces, que no nos importe su
precaria y dramática situación?.
Los ríos, los bosques, las playas y océanos acumulan toneladas de basura |
La mitad de los bosque que cubrieron la
Tierra han desaparecido (29 millones de kilómetros cuadrados). Casi el 78% de
los bosques vírgenes (sin explotar) se han destruido, y el 22% restante está
amenazado por la extracción de madera, conversión a otros usos (agricultura,
ganadería, minería, embalses, carreteras, expansión demográfica, vertidos, cambio
climático…). Son 76 los países que han perdido TODOS sus bosques primarios (sin
explotar), y otros 11 parece que acabarán por perderlos en los próximos años.
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