jueves, 19 de marzo de 2015

Los bosques cumplen funciones de extraordinaria importancia, sin embargo, la mitad de los que cubrieron la Tierra han desaparecido.



           El día 21 de marzo estrenamos primavera en el hemisferio norte, y otoño en el sur. Y si algo se aprecia en ambas estaciones, es la “explosión” de color que imprimen en los prados, en los bosques y en los montes. Colores y olores intensos que acercan recuerdos, momentos… y que como por arte de magia, arrancan sonrisas, avivan emociones y sentimientos que anidan en lo recóndito del alma. Rojos, verdes, blancos, amarillos y morados… ocres, marrones, tostados, rojizos y dorados…





En 1971, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), decidió festejar y rendir homenaje a los bosques por sus tan notables y loables beneficios para y por la vida, estableciendo el Día Forestal Mundial, y fijando como fecha simbólica para ello, ese día 21 de marzo, en el que los bosques de todo el planeta se visten de bellos colores y la vista alegran.

El continente europeo, se caracteriza (o solía hacerlo), por ser una zona boscosa, sobre todo en las regiones centrales, con un 28,7% de su superficie cubierta por bosques y montes; y aún hoy, las regiones montañosas de mediana altura, destacan por la notable extensión, frondosidad y espesura de los mismos.

La vegetación cumple un papel fundamental como regulador climático


La relación entre hombre y bosque se remonta a la antigüedad, tiempos remotos en los que el bosque ofrecía no sólo alimento y combustible, sino también refugio idóneo para protegerse de cualquier enemigo.

El aumento progresivo de la población, y la revolución de la ciencia y de la técnica, han actuado en detrimento de la cantidad y calidad de las zonas boscosas, y han colocado al hombre en una difícil situación.

España cuenta con importantes reservas de bosque atlántico

Por un lado somos conscientes de que no podemos seguir explotando sus riquezas a “ritmo endiablado”, sin medida ni control, sin ocuparnos, en definitiva y también, de su necesario cuidado y conservación… y por otro, somos esos “depredadores” sin escrúpulos,  que sólo entienden el lenguaje del dinero a cualquier precio.

Los bosques cumplen funciones de extraordinaria importancia, y destacan, entre otras cosas, por su capacidad reguladora y de equilibrio del balance hídrico de la naturaleza. La capa del humus del suelo, al descomponerse, permite que el agua de las precipitaciones fluya con lentitud, se filtre hasta zonas profundas, y constituya reservas fundamentales para hacer frente a épocas de sequía. Las raíces de los árboles, arbustos y plantas, protegen contra la erosión del terreno, las copas de los árboles actúan a su vez contra el excesivo calentamiento diurno, e impiden el rápido enfriamiento del bosque durante la noche.



Árboles y arbustos se alzan como barreras naturales contra el viento, reduciendo su velocidad, y ofreciendo así protección, cobijo.

Los bosques, las comunidades de plantas y animales, actúan en simbiosis y en total equilibrio, siendo importantes productores de oxígeno, y filtrando y purificando el aire con una eficacia extraordinaria.

La comunidad boscosa es más estable y duradera cuanto mayor es el número de especies en su haber. La riqueza de éstas, sin embargo, toca su fin cuando el hombre interviene, bien deforestando, bien repoblando extensas zonas con ejemplares para la explotación maderera, en lugar de hacerlo respetando y fomentando la diversidad, así como el carácter autóctono y características propias de la zona en cuestión.

Los bosque son y han sido los pulmones del planeta, sin ellos, al igual que sin agua, la vida no sería posible… ¿es posible, entonces,  que no nos importe su precaria y dramática situación?.

Los ríos, los bosques, las playas y océanos acumulan toneladas de basura


La mitad de los bosque que cubrieron la Tierra han desaparecido (29 millones de kilómetros cuadrados). Casi el 78% de los bosques vírgenes (sin explotar) se han destruido, y el 22% restante está amenazado por la extracción de madera, conversión a otros usos (agricultura, ganadería, minería, embalses, carreteras, expansión demográfica, vertidos, cambio climático…). Son 76 los países que han perdido TODOS sus bosques primarios (sin explotar), y otros 11 parece que acabarán por perderlos en los próximos años.


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