martes, 28 de octubre de 2014

-”Un chato sin vino y sin tapa, por favor”-

                Si mis recuerdos no fallan, “chatear” era, en sentido literal, “ir de Chatos”. “Chato”, amén de múltiples acepciones que no vienen al caso, era aquel vaso de boca ancha, en que “antaño” (cuando se iba de chatos) reposaban los tintos, los claretes y los blancos. Vinos mágicos, capaces de desatar el roce amistoso y la lengua más parca.

                Chatear era sinónimo de risa y de “charanga”, de apretón de manos y palmada en la espalda; sinónimo de preocupaciones que dejaban de serlo, o no lo eran tanto, al menos, desde aquella perspectiva del chato de vino y la tapa.

                Chatear era reconocerle a Aristóteles que sí, que el hombre es por naturaleza un ser social; era cultura, calor, identidad; una pieza indiscutible de la raigambre y la entraña social, cincelada en sus calles, sus gentes, sus tascas...

                Hace tiempo, sin embargo, que chatear ya no es chatear... o no de la misma manera...

                Chatear es un nombre sin rostro oculto tras modernas atalayas; una lengua sin voz, una risa sin boca, un icono que simula besos y abrazos y carece de tacto; una caricia sin piel y sin manos...
                "Desconozco" el timbre de su sonar, la cadencia de su voz, su forma tibia o grave de mirar... ni si quiera sé, por no saber... su nombre verdadero...
                La distancia, el anonimato,  supongo que proporcionan la misma suerte de coraje que el vino servido en vaso bajo y ancho... ¡¡el famoso chato!!....



                Está bien, no está mal eso de poder charlar así con alguien con quien no puedes verte, comentar alguna cosa con algún amiguete, o enviar algún mensaje importante... No está mal, tampoco, eso de poder charlar con alguien a quien no conoces, y empezar a conocer si es que procede (aunque ¡¡ojo!!, ¡¡ojo!!, ¡¡cuidadín!!)... No, no está mal para muchas cosas, para determinadas situaciones y/o personas...


                De todas formas... yo prefiero salir de la cueva, chatear con los colegas en una terraza, o en una taberna de aquellas de antes, con alma y con solera... y disfrutar de ese sorbo de vino, de ese sonido, de ese bullicio, de "la realidad real" del estar con los amigos, de la verdadera sociabilización y comunicación en todos sus sentidos, en todas sus vertientes (verbal, gestual, emocional...). 

               De alguna manera, y pese a lo que avanzan y avanzan las tecnologías para estrechar los círculos, facilitar y dinamizar estas comunicaciones "virtuales", a mí me faltan algunos ingredientes esenciales; los matices de los colores, lo sutil, lo que flota en el ambiente...  y se contagia, se comparte... No sé...